El porcentaje de personas trabajando desde su casa ha aumentado exponencialmente alrededor del mundo en los últimos 3 meses a raíz de las medidas de distanciamiento social por la pandemia del COVID-19.
Además de lo que supone para el estilo de vida, trabajar desde casa puede presentar el riesgo de pasar mucho más tiempo frente al computador comparándolo con un trabajo regular de marcar entrada y salida en una oficina. ¿Por qué? Una de las razones es que el tiempo que se invertía en el arreglo personal para la oficina, preparar almuerzo para llevar, el tránsito matutino y vespertino, etc., ahora nos «sobra» y se utiliza para empezar antes el trabajo pero también, terminar después del horario normal.
Este tipo de alteraciones en el estilo de vida podrían incidir en dolores de cintura, molestias en los ojos por el tiempo de exposición frente a la pantalla, piernas recargadas por la postura, aumento de peso por más sedentarismo, etc.
Para evitarlo, se sugiere tomar la rutina (y disciplina) de levantarse de la silla cada hora por lo menos unos 5 minutos para estirar las piernas, rotar el cuello, estirar los brazos. Si tienes una ventana cerca, asómate para cambiar el escenario un poco.
A más de 100 días de confinamiento para quienes estamos en Guatemala, es lógico empezar a presentar alteraciones en el patrón del sueño, en los hábitos alimenticios, en la salud mental o en la salud física. Nunca está de más atender estas posibilidades y tomar consciencia de cómo mitigar los efectos.
Se recomienda mejorar el ambiente que nos rodea con mejores aromas, mejor iluminación, una vista agradable, etc.
Mientras este cambio de ciclo que atravesamos termina, estemos atentos en cuidar y preservar nuestro balance y paz.